jueves, 29 de marzo de 2012

Huelga


Creo en el derecho a la  huelga. Creo que esto no es el S XIX, pero la reforma laboral es un movimiento politico mas que economico. Vivimos una revolucion conservadora. Contra lo que se dijo el capitalismo no se refundó, sino que resurgió de nuestras cenizas, y en eso estamos.

Esta huelga era lógica, venidera y posiblemente justa, pero me parece un anacronismo. La sarten ya tiene el mango desgastado. No hay que pelearse por ella sino fabricar otra. Este sistema ya no funciona, dentro de poco China gobernara el mundo. Todo lo demas son milongas. Real politik.

martes, 20 de marzo de 2012

La multitud de San Pietro in Montorio


Compañeros, esta es la famosisima escalinata que lleva a San Pietro in Montorio un día cualquier del invierno de 2012.
Es un sitio bonito, donde apetece sentarse a tomar un café, ver la gente pasar y escuchar el bullicio de Roma en todo su esplendor.
Debajo queda la Plaza de España y a mano derecha un abarrotado Mcdonald´s , turistas y mas turistas suben y bajan, a la vez que cruza la plaza un grupo de Hare Khrisna con panderetas y calvas. Puedo localizar a dos polis de paisano vigilando a los pakistanies y a los rumanos, puedo oler el tabaco, y sentir la vibración de la historia. Todo parece exibirse ante mi como si se tratara de una pasarela. Por eso tome una foto con poca luz natural, mal enfocada y sin un buen encuadre. La vida no es perfecta y tampoco lo es aquí.

PD: Un gallifante a quien encuentre a alguien conocido en la imagen.

sábado, 17 de marzo de 2012

Bicigrafia



Esta foto esta tomada en algún lugar entre Los Alcázares y San Javier, al fondo de un embarcadero de madera, al borde del Mar Menor.
Me gusta eses sitio, esta lejos de la aglomeración desarrollista, detrás hay un pequeño camping donde se "alojan" los kite surfers que pasan el finde colgados del cielo. Aquí no hay arenas traídas del fondo para comodidad del turista, la playa es arcillosa y tiene aroma a la que era nuestra laguna salada.


viernes, 9 de marzo de 2012

El número 7 de Teck Street



Crujían las tablas del suelo, del techo, de Rubén.

Esa casa del barrio de Kensington en la esquina que da a Hall Lane, cerca del ghetto donde se venden todas las drogas de Liverpool, fue mi hogar. Algunos de los mejores pasaron por allí, otros se quedaron sin conocerlo. Unos aterrizaron se tomaron una cerveza y se fueron, otros estaban por allí, y como yo me buscaba a mi los encontré a ellos.

Si se mira la foto (cortesía de uno de mis compañeros) con atención se puede ver todo. Para ver hay que mirar. Adivinen quien era el habitante de la única habitación con la ventana abierta, adivinen quien es el único que recuerda con cariño semejante cuchitril.

Crujían las tablas al subir las escaleras cubiertas de británica moqueta azul; silbaban las ventanas; ladraban desde fuera los perros y a lo lejos mientras se quema un cigarrillo ululan las sirenas de la policía.


El Royal Hospital que esta a unos 200 metros respira calma, extraña, tensa y acuciante calma.
Alguien consume algo no recomendable bastante cerca, desde el alfeizar el fumador nocturno ve pasar por debajo chicos con capucha, chicas con tequila y nota como vibra la ciudad.

Enfermiza, alocada; frenética; pueblerina; ventosa; acogedora; dura; inexpugnable; inspiradora y húmeda esta se deja vivir y lo deja vivir a él, que no es poco.

Aquí las paredes no hablan, crujen. Aquí el viento no sopla, limpia. Aquí la música no suena, enseña.

Lo que faltaba, un helicóptero sobrevolando el cogollo de la noche, dentro de los tugurios vuelan las pintas de cerveza, unas se beben, otras se derraman. En las calles heladas, resbaladizas y oscurísimas los jóvenes deambulan, los viejos miran hacia abajo y en cada esquina un policía.

Desde la ventana no se ve todo eso, pero hace diez minutos el sujeto que mira el trasiego de vehículos del suburbio estaba en un taxi negro saliendo de esa escena, la tiene en la mente, en el estomago y en las pupilas.

Al fin se cierra esa ventana, rechinan los dientes, no hay calefacción, pero el sueño puede más.

Por la mañana crujían las tablas al bajar las escaleras, la puerta chirriaba al cerrarla y al enfrentar la lluvia de fuera, se sentía que se dejaba atrás un extraño y decadente hogar, pero al fin un hogar.

Noches de un segundo

 No dejes de soñar porque en sueños es libre el hombre. W. Whitman. Hay noches que duran un segundo y verdades tan efímeras que parece que n...