martes, 21 de junio de 2011

Esta es mi espina

El año pasado
El brillante sol del primer día de verano me recuerda que ya está aquí. Ha llegado, ha pasado un año más. Me recuerda a cuando siendo niño el calor me invitaba a visitar la playa, el sol me volvía moro y a la vuelta de la esquina, otra vez el colegio.


Ahora los tiempos se han acortado: trabajar, vivir, trabajar.

El tórrido ambiente atempera al más bravo y la lógica de la siesta se impone. Como Lawrence me planteo el vivir, me asaltan las dudas y los espejismos me engañan. Una vez estuve en el desierto y no vi más que tópicos aliñados para turistas, una vez leí que hubo una época en que en realidad daba igual el contexto, siempre que pudieras permitírtelo la aventura esperaba a la vuelta del continente.

Me ciega mi querido mar mediterráneo con sus destellos de despedida, pienso que quizás en otros lugares quepa mi ansia, pero en realidad solo quiero convencerme de una quimera, hay cosas de las que uno nunca se arrepiente. Volver a casa y al colegio después de las vacaciones es una de ellas.

Ese mar que me hace entrecerrar los ojos es el más bonito y a la vez el más trágico: Grecia grita desde una esquina, España llora antes de que le peguen, Italia clama contra Berlusconi y luego le vota. El brillo cegador nos impide disfrutar del momento, somos así, la pasión y el arte. Cabezones y nobles; perdedores y orgullosos; cálidos e ingenuos. A veces uno quisiera como en la canción de Héroes del silencio morir de siesta.

El caso es que desde la orilla veo venir los toros como en la calle estafeta y me planteo donde estaría mejor que aquí, no lo veo claro. Al final este es mi sitio y esta es mi espina.

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