Hammamet 2009 |
El mes de septiembre empieza cojeando.
Arrastra los calores del verano, sudoroso, pegajoso y con un olor a centro comercial que empieza a repugnar. Por eso, leo “El camino” de Kerouak, aventura de juventud; hipster y ambiciosa. Carretera; vagabundos; horizontes indefinidos y vida por delante.
Miro hacia adelante y veo nubes, miro hacia atrás y veo migajas y lloros. Miro hacia arriba y una vez más, muy a mi pesar…el vacio. Solo queda en este momento mirarse a uno mismo y creer que se puede. En este mes suele lloviznar; refresca; y empiezan muchas cosas, por ello me propuse hacerlo yo tambien. Un nuevo principio, viajar es nacer.
Los valientes se lanzan a los polvorientos caminos cuando no queda otra, se reconcilian con el mundo pisando fuerte y en unos días de nuevo en la brecha. Ese es mi proceso, necesito viajar para coger distancia y poder ver más claro. Necesito respirar y que mi cerebro arranque de nuevo.
No tengo nada más mis piernas y una de ellas ya maltrecha , por eso vago por las veredas, con la pata coja, con la vida en la mochila y con el tiempo como aliado. Como dicen en los desiertos: tengo el tiempo, aunque tú tengas el reloj.
Mañana comienza el viaje, una vez más este pobre diablo se dejara llevar por la circunstancia y por el corazón y tramara nuevas redes, complicidades, leyes y arbitrios. Yo que siempre vivo en mañana, yo siempre creí que sería viernes sacare el pulgar para que cualquier vieja camioneta me lleve al futuro.
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