Día libre. Diástole. Vuelve a latir el corazón preso. Ayer en un turno de 720 minutos tuve una vez más la extraña sensación del pescador que lanza y lanza y no obtiene respuesta, la del cartero comercial que llama a todas las puertas frías. Tuve 43200 segundos de sístole.
En medio de mis pensamientos aviesos y concienzudos, sin compañía de lectura, ni de compas musical alguno, en pleno arrebato de aburrimiento se me apareció la metáfora de esta región de Murcia, la de muchas vidas arrumbadas en cualquier rincón del post desarrollismo .
Ahí está la pelota de golf en medio de un erial, con el poco acogedor fondo de una urbanización nacida donde solo crecían alcachofas. Se nos encogió la economía y con ello nos quedamos entre los que vienen a divertirse y los que se fueron escaldados.
Nos convertimos por nuestras cortas miras en pelotas usadas, gastadas y abandonadas en el más inhóspito de los páramos. En frente cientos de propiedades ajenas, privadas y que ni oleremos. Detrás un observador alelado, la mirada ausente y el cerebro aburrido.
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