Me planto en la estación de París-Austerlitz, con la firme intención de echar un vistazo alrededor y elegir un destino al azar.
En mi poder solo tengo una pequeña, pequeñísima mochila donde meto lo indispensable, algo de dinero en efectivo y en mis bolsillos la documentación necesaria y las inolvidables tarjetas.
Me imagino a mi mismo en medio de la algarabía de gentes que vienen y van, no me importa el tiempo que me lleve el viaje, por eso yo no corro. Es un momento de plenitud total y absoluta, tengo todo lo que necesito.
Llevo conmigo todo lo que he aprendido de los libros, pero para el viaje no quiero ninguno, leeré los periódicos locales que la gente siempre abandona en los lugares de paso. Lo que si se me hace imprescindible es un poco de música. No podría dejar de ponerle banda sonora a un viaje, no puedo evitarlo. En este preciso momento suena en el hilo musical del cruce de vidas que es este lugar algo indefinido, parece un clásico, no entiendo mucho pero diría que es Ravel. De todas maneras a mí me gusta más Muse y es lo que conecto en mi mp3.
P-Asterlitz 1930 |
Llueve fuera y en mi mente atruenan las musas, llaman a la puerta con fuerza. Giro sobre mi mismo para poder observar todas las pantallas que muestran los destinos potenciales. En un principio dudo porque no parece que desde aquí se puedan iniciar muchos trayectos internacionales. Error: cualquier viaje se puede empezar desde cualquier sitio. Este es un lugar precioso, levantado en 1840, las vidrieras tamizan el color gris de fuera y dan vida y calidez al interior de la estación.
Tengo delante de mi 198 países. Una infinidad de pueblos; rincones y toda la humanidad por conocer. Me veo a mi mismo esbozando una gran sonrisa, la libertad asoma a las comisuras de mis labios.
Me echo la mochila al hombro y subo a un tren moderno pero no de alta velocidad, no sé donde va hasta que una agradable voz femenina anuncia en francés que nos dirigimos hacia Vintimille, busco en un viejo mapa donde esta eso: Cerca de Niza. Buen principio para un gran viaje, vuelvo donde nacieron todas las aventuras, vuelvo al Mediterráneo. Una vez llegue allí este nocturno, decidiré si paso allí unos días o si sigo mi particular viaje a ninguna parte.
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