miércoles, 25 de mayo de 2011

El tic-tac


Amanece en medio del campo de batalla, alrededor solo gente afanada, sin rostro, sin huellas, sin mirada.

Saberse vivo, abrir los ojos y tratar de comprender el por qué del mundo. Retener el impulso y olvidar lo más próximo. Todo en un segundo.

Aquí no hay mañana, hoy nunca termina y la música se ha convertido en un hilo musical conectado directamente al corazón de la mediocridad. Hoy es el gran día, ¿Te das cuenta?. No es verdad, es como una fruta que envejece sin conservantes artificiales.

En esos momentos, cuando lo veo todo claro, es cuando me rebelo. Sé que es un breve instante en esta eternidad, sé que dentro de un rato volveré al anodino tintineo del tiempo. El tic-tac del reloj me desvia del camino.

Miro alrededor y no veo más que gente afanada, sin rostro humano, sin huellas que le muestren el pasado, sin mirada para otear el futuro.

Sé que en algún lugar otro yo sueña conmigo, cree que soy mejor de lo que nunca seré. Me mira con los ojos cerrados para creer en lo que no puede ver.

Aquí siempre es de noche, la vida se hace eterna en cinco minutos, solo suena una suave cantinela, como una nana. Cierro la vida y me gano el pan. Envejezco sin mostrarme preocupado.

Embarro mi cara, miro hacia atrás, no encuentro la senda. Trato de levantar la cabeza y no veo más allá de mis narices. Entonces es otra  vez diáfano, entre la neblina de la mediocridad me rebelo y el tic tac le da sentido a mis días. La vida es eterna en cinco minutos.

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