Luton, en las afueras de Londres aquella noche de Diciembre de 1996, estaba muy oscuro. Con mi mente en otra parte, después de mi primer vuelo , hacia mucho frio, escribí un nombre con mi dedo indice en el vaho del cristal del bus que nos llevaba al hotel. Yo miraba las calles oscuras, húmedas, prometedoras, las ventanas empañadas, los tempranos adornos navideños, los "Take away", los chicos embutidos en capuchas negras...Yo que nunca había sentido el frio verdadero, no sabia que este no existe, sino que es la ausencia de calor que duele.Yo que no había tenido la ocasión de ver las tristes casas de ladrillo rojo de los extrarradios de las ciudades inglesas, que nunca había estado lejos, que no sabía qué coño era un scallie.
Unos diez años después, con la misma sensación de aventura atemperada por un brumoso mar de dudas, me llevaba un taxi hacia algún lugar desconocido, pero que iba a ser importante. Ya no era Londres, pero las afueras de Liverpool me parecieron igualmente sórdidas y prometedoras. Desconocía que por aquella larga calle (Smithdown Road) transitaría mi ser durante un año.
Me acogieron como a un familiar en Cathedral Campus donde fui un estudiante de nuevo, viví en Kensinton (L7) la zona más áspera de la ciudad, trabaje en los muelles del legendario puerto donde nació el acento Scouser y el Titanic. Pero mi alma recorría Smithdown errante, perdida en la neblina en busca del vaho que se había desvanecido. De fiesta en fiesta, de ventana en ventana, buscaba empañar mi cabeza con los vapores de la cerveza, de arriba a abajo, en la calle de los apátridas, de los viajeros que huyen.
Algo después, con la resaca aun arañando el cristal, otro avión; otra vez en casa; otra vez las piedras que hablan; otra vez a ser viajero de fin de semana , otra vez Londres "que está bien para la primera semana" y donde siempre hace frio. Otro amigo fraternal, una nueva experiencia, la aventura de la claridad, de un año nuevo, una vida nueva, trasparente: "Crystal clear". Cambie las oscuras calles de las afueras por un luminoso barrio jamaicano, las tristes casas de ladrillo rojo, por los colores caribeños, el ambiente industrial de Liverpool por la cosmopolita London. Scallies con capucha por judíos ortodoxos en Oxford Street, residencia de estudiantes por Nochevieja griega. Cambié vivir al día, por vivir ese día.
Cambie las noches por las mañanas, la bohemia por el pan, el vaho por el vapor, la extrema unción del viajero por el sosiego salvador del sedentario progreso.
El 7 de Teck Street |
Hoy que llueve, pienso en ventanas empañadas y en noches largas como Smithdown Road. Pienso en Londres donde supe en lo hondo que yo quería leer más que la primera página, donde detrás de un cristal traslúcido, casi opaco nació el viajero. En Liverpool donde me exilié del frio, cuando agazapado en la segunda planta del número 7 de Teck Street me refugie del mundo. Pienso ,de nuevo, en Londres donde volví como si diez años no fueran nada para seguir admirado por una ciudad que se reinventa, que te invita y te desprecia, que te acoge y te cambia.
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