lunes, 27 de diciembre de 2010

Pachangas

Pachanga fin de temporada 2009. Observese la gran capacidad de salto del que suscribe.
Hoy lunes es día de baloncesto. La semana pasada después de 14 meses lesionado , volví a reunirme con los amigotes de “la pachanga”. Esta tarde si no llueve, o algo parecido, que pudiera ser, nos veremos las caras de nuevo en las pistas de La Vega.

Allí estarán los más finos estilistas, junto con los rudos vampiros del rebote, las estrellas fibrosas y los que tendemos a estar en forma (redonda) como yo, además de algún fichaje foráneo, que últimamente hay hasta algún americano.

La sensación de volver a pisar la cancha después de tanto tiempo fue magnífica, me entusiasmo el frio en los dedos, la cabeza humeando por el contraste de temperatura, y la risa ante la esperpéntica actuación de quien hacia más de un año que no tocaba un balón. Pero lo mejor de todo es la competitividad sana, el compañerismo y la diversión barata, muy barata. Son cosas que te dan que pensar, que realmente no hace falta mucho para ser feliz un ratillo. Solo se necesita un grupo de jugadores, un balón y un par de canastas. El buen tiempo y las ganas vienen de serie.

Donde yo vivo la gente gasta ingentes cantidades de dinero en equipación para jugar al golf (esto solía incluir incluso una casa en un resort), esa gente que viene del norte busca sol, paz y diversión…pero paga demasiado por ello, pagan tanto que muchos de ellos han hipotecado su futuro buscando un sueño.

Nosotros los pachangueros nos juntamos de vez en cuando, echamos unos tiros y generamos endorfinas como ellos, pero sin más pretensiones (aunque algún baker boy, vestido de Nike hay por ahí), solo practicando un hobby que es saludable, barato y muy recomendable.

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