En la oficina postal de Santa. Foto: D.Gaspar y R. Ros. |
Mañana es Nochebuena, pasado Navidad.
Hoy, después de dos entradas lastimeras, prefiero hablar de cosas ms bonitas y que nos gustan más a
todos.
Hoy voy a hablaros de la ciudad de Santa Claus, que es un producto turístico que está muy cerquita de Rovaniemi, encima del círculo polar ártico en Finlandia. Aun así, merece la visita, Lapland (Laponia) está muy lejos… y ya que estas allí, pues ¿por qué no visitar al viejo?. Sobre todo para viajeros con niños es muy recomendable, puedes llevarlos al lugar donde habitan sus sueños, pueden sentarse en el escritorio donde él lee cada una de las cartas que le llegan de todo el mundo y pasear por las calles de su pueblo, rodeado de duendecillos y renos.
Estuve allí hace ya seis años, y el viaje fue bastante divertido en un tren nocturno desde Tampere que ya conté en otra entrada. Lo cierto es que Rovaniemi no vale mucho, es una ciudad fría y de aspecto “soviético”, el cielo es casi siempre gris y tiene un poco el ambiente de una película de David Linch, gente muy extraña, sombría y silenciosa mezclada con hordas de turistas, un poco surrealista.
Lo bonito esta alrededor, en la ciudad hay uno de los mejores campings en los que he estado, con unas instalaciones magnificas. Pero cuidado, los mosquitos lapones son de antología. Ellos se encargaran de amenizarte las noches con un sol que no te dejara dormir. Una de las noches que pasé allí, decidimos salir a tomar algo, y se nos hicieron las 4 de la mañana, con lo cual las calles estaban casi vacías, pero había algunos jóvenes rubios por ahí, borrachísimos de Lapin Kulta (cerveza local), música rock…Y un sol cegador. Lo dicho, surrealista, Buñuel hubiera sido feliz.
Alrededor de la ciudad hay 3 ríos y hasta 10 lagos, que en invierno se congelan, yo fui en el mes de Julio y los bosques que rodean la urbe y que se alimentan de tanta agua estaban en todo lo suyo, un verde oscuro y espectacular que me lleno los ojos. A mí que vengo casi del desierto me impresiona mucho la vegetación cuando es exuberante.
Rovaniemi es el último lugar donde llega el tren, pero es el punto de partida de la aventura si el viajero se dirige a Cabo Norte, a partir de aquí el camino boreal se enmarca dentro de una espesa foresta, con pequeñísimos pueblos cada 250 Km y gasolineras sin dependientes. La carretera que cruza Laponia es una de las más bonitas por las que he conducido, cuando se abre un hueco entre los árboles, es para que te asomes a un lago, donde late la vida a la espera del invierno, que seguro es la época del año donde más se siente la vida de los Saami y los renos, que para eso es la tierra de Papa Noël.
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