lunes, 31 de mayo de 2010

El instante


Para la mayoría se van las horas, se van los días, se van los años y con ellos los sueños.
Suerte que en un momento para el que no hay hora, no hay convención ni acuerdo, decides escaparte.

Solo tú, sabes cuando esa verdad se convirtió en pensamiento, solo tú, sabes cuando tomaste cartas y repartiste juego, solo tú, sabes cuando fue ese instante que te hizo arrancar de raíz esa costumbre de dejar pasar la vida. Dejar pasar el tiempo y con el tiempo todo lo demás.

Ese suspiro que te hizo bajarte de la bicicleta, saltar desde el risco, aventurarte en el bosque o parar a estirar las piernas; reír delante del maestro, dejar de creer, empezar a leer o dejar de lamentarte.

Ese brillo en unos ojos que te hicieron mirar hacia delante, esa palabra que hizo remover tus entrañas, ese olor que te recordó a lo que eras o lo que querías ser, esa sensación de ambigua vacuidad, ese sueño que hizo que despertaras.

Aquella estación en la que quisiste quedarte, el tren del que nunca quisiste bajarte, la exquisita delicadeza de ese placer que desconoces, el incoloro parecer de los mediocres, el desesperante sonido del teléfono, la vez que te dijeron que tu sonrisa era bonita.

Todo ello, o quizás nada de ello, forma parte de ese momento en el que, como digo, decides darle un revolcón a todo y despedirte con un beso de lo que fuiste, para abrazar lo que serás.

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